lunes, 31 de agosto de 2009

Te quiero



Por cómo me miras
por tu sonrisa al despertar,
y verme.

Por tu dulzura,
renovada, inagotable.

Por tus ganas, tu sencillez,
la profundidad de tu alma.

Por tus poemas, tu música,
tus ambiciones.

Porque sangraste
me limpiaste el zapato
me cortaste el pelo
y me perdonaste.

Por contar conmigo
por ser un amigo -algo tan raro-.

Por nuestros juegos,
por los paseos,
por abrazarme en el agua.

Porque me necesitas
porque me conoces
porque me quieres,
sin esperar nada
de verdad,
porque sí.

A pesar de todo...

jueves, 27 de agosto de 2009

Buenos días



Vertiginosa cataplexia del recuerdo
alentada por las sombras de lo efímero

lucha del pasado
orgulloso, agonizante
contra los nuevos días

que se llevarán sus pasos
sus noches
y será nada

y por eso tiene miedo

lunes, 24 de agosto de 2009

Te quiero, no te quiero...


Te quiero...
-mirar, follar, poseer en exclusividad-

No te quiero
-sin mirar, sin follar, sin poseer en exclusividad-

Qué mezquino someter la bondadosa sencillez de las margaritas -y el amor-
al egoísta y complejo afán de ser -y poseer-.

jueves, 20 de agosto de 2009

No sé

Tengo un montón de secretos, o en realidad solo dos o tres. No sé.
La mayoría dejaron de serlo, esta manía de que debemos sincerarnos todo. -Esos son los que mas guardé, nadie quiso quedarse con ellos-

¿Por qué nos empeñamos en quererlo todo?
Si total, luego a nadie sabemos querer.
Nada sabemos hacer bien.
Miles de noches con poca cosa.
Pepinillos, cervezas, y las risas de fondo.
Aún recuerdo tus manos rápidas, tapando la foto
de cuando supiste que todo estaba al revés.

Teníamos que celebrar que estábamos juntas en esto.
Pronto fuimos La parada de los monstruos.
¿Te acuerdas, niña?
El mundo ya no pudimos arreglarlo cuando te fuiste.
De hecho se terminó de romper.
Tu cuarto vacío, tu madre en tu cama...
Desde entonces ya no sé querer.
O sí, yo que sé.

Vuela

Me engusto con las ronqueras,
y el ruido de los lápices en la biblioteca.
Me hace feliz tu sonrisa
los chistes malos,
las anécdotas
y las marujas del super.
Soy amable con los funcionarios de a 10 por hora,
y hasta con las vecinas cotillas.
¿Por qué será tan difícil decirle a un amigo te quiero?

Cual avestruces suicidas nos enterramos en las aceras; ojos que no ven...

Pero si te asomas al vacío, con el poder de estrellarte en las manos,

el vértigo reinventará el mundo que te rodea.

Uno en el que los sábados se mueren de risa aldedor de una fogata,

o viendo los programas del Juan y medio.

Donde la play y las cartas se cambian por jugar a ser artistas, o a las cosquillas.

O a intentar arreglar el mundo en un par de horas.

Sin sentirte ridículo por decirle a alguien me gustas,

o por demostrárselo como si tuvieras 7 años.

Sin tener miedo de que los demás no te quieran,

ya quisieran sentir ellos.

Reseteando el disco duro para volver a volar de nuevo.

Pasos

Tenía los ojos tristes y la sonrisa fácil.

Desde siempre supo que por su casa no pasarían los Reyes Magos,

y a qué saben los besos en la boca.

Salía a dar paseos para intentar perderse,

pero la costumbre y la bondad la hacían regresar siempre.
Nunca la respetaron demasiado:

si reía, era demasiado fuerte;

si lloraba, mojaba de egoísmo la moqueta.

No entendía la hipocresía ni los juegos.

Si pensaba algo, lo decía. Si quería algo, solo tenía que hacerlo.

Le gustaban las terapias de choque.
Nunca se enfadaba,

callaba aturdida, intentando que acabase.


Su sonrisa y su dulzura eran sus armas, que usaba fingiendo inocencia.

Sabía conseguir lo que quería sin que los otros se dieran cuenta.

Y aguantaba mucho, porque a nada le daba importancia.

El día que explotaba, lo hacía con tanto genio, que devastaba el mundo entero.

Viajaba por dentro y por fuera.

Confundía paisajes de antes, evocaba nostalgias futuras.

Pero era incapaz de imaginarse hacia delante.

Cuando le preguntaban qué quería ser de mayor, siempre cambiaba de tema.

Veía a las relaciones enfermarse de celos y obsesiones.

La devoraban hasta dejarla hueca.

No entendía la monogamia, ni la monofilia;

le aterraba la absorbencia.


Le gustaban los vampiros, hasta que entendió sus consecuencias.

Necesitaba huir. Tomaba carrerilla y volaba con su culpa a cuestas.

Siempre bajito, flotando en el ambiente, hasta perderse en el sentido.

Tranquila. Sola.

No entendía nada. Tampoco esperaba nada.

Un día se sintió despertar de su letargo de ficciones;

de repente lo quiso todo.

Quiso ser alguien, amar con mayúsculas, y ver pasar la Magia por su casa;

Saber realmente a qué saben los besos en la boca.

Se hartó de enamorarse un poquito de todo, rompió el muro.

En silencio, a gritos, rebozada y en escabeche,

intentó comprender a donde irían todos aquellos suspiros,

sin saber que la esperarían en la antesala de su propio infierno.

Adoraba la música y la pintura. Aunque ya no creía en ellas.
Ayer murió. Espero no echarla de menos.