domingo, 26 de septiembre de 2010

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sábado, 18 de septiembre de 2010

La calle del olvido

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Wonderland

Desde mi puerta he contado ocho pasos largos
me gusta recorrelos despacio, a oscuras, con los ojos cerrados
o corriendo cuando tengo mucho miedo.

A veces me encogen el alma
otras me provocan un amago de sonrisa;
cuando me parece oír que es ella me aceleran el corazón
la echo tanto de menos...

Me gustaría, algún día, no darlos de vuelta
pero voy y vengo, voy y vengo, voy y vengo
abro y cierro, abro y cierro

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Antes

Volví a sentarme en nuestro sitio
sólo que yo ya no era yo
y tú no estabas allí

martes, 7 de septiembre de 2010

Extremos

Dulce, buena, entregada
amarga, cruel, egoísta

Amor incondicional y rechazo
ganas de comerme el mundo y pánico

Vida sencilla
aventuras

Pertenecer a alguien
estar sola

Bonita y fea
lúcida y loca
apacible y nerviosa

A veces
y a veces no

lunes, 6 de septiembre de 2010

Sempiterna

La angustia no me deja casi respirar
puto Karma,
podrías esperarte a otras vidas
que ya no puedo más

Y la cara mustia
la barriga llena
y tu recuerdo

ay, los recuerdos
ay

Tengo miedo
mucho
mucho mucho mucho miedo
de seguir los mismo pasos
de ser ella, y yo, y todas
de que tú seas él

Y quiero
-con todas mis fuerzas-
estar bien

Quiero aprender
quiero querer
te

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Señales

La luz arrojada sobre la calva del señor imaginario
la canción con que arranca siempre el mp3
los cuentos de Jodorowsky
el Marqués de Lapilla
la pintada del banco
aquel perrogato
los recuerdos

A veces veo caras antiguas en nuevos rostros
el pasado vuelve para avisarnos, recordarnos
que todo gira y se relaciona, todo es por algo,
que estamos aquí para aprender.

Pero coño, ¿el qué?

lunes, 19 de julio de 2010

Abuelo

Después de tantos años por fin he vuelto a buscarte. Pero el cementerio estaba cerrado, y en los bancos donde me esperabas no había ya nadie. El cañón ya no apuntaba hacia el mismo sitio, y el bar estaba lleno de banderas de España en vez de viejos y cáscaras de cacahuetes.

Me he tomado un vino a tu salud.
De tapa jibia a la plancha, como antes.

miércoles, 9 de junio de 2010

La cámara oscura




Una persona caminaba por el techo,
yo creía que las drogas aún tenían efecto al día siguiente.

El reflejo de la plaza entraba por un agujerito de la persiana,
tú dormías a mi lado,
y me sentía tan feliz de ser tu amiga...

Solo que ahora,
cuando recuerdo ese momento,
no me acuerdo de tí.

Bueno, sí.

martes, 4 de mayo de 2010


(Antonio Colinas)
Hay demasiado frío esta tarde en el mundo.
Pero abro la puerta a mi perro
y con él entra en casa calor,
entra la humanidad.

miércoles, 28 de abril de 2010

He visto...


Un gato dando vueltas sobre sí mismo en el alfeizar de un sexto piso, con la ventana cerrada. Unos canarios enjaulados en la playa tomando el sol. Hormigueros hacia fuera. Una vara y un portazo. Caracoles sin concha. Mi perrita dormida, preciosa, mientras planeo matarla. Alguien observándome pensando que no me doy cuenta. Una mujer tirando su consolador artesanal por el balcón antes de suicidarse. El contenedor de basuras de los juzgados lleno de dildos y correas. Una planta surgiendo de una alcantarilla. Un perro callejero jugando en la carretera, aprovechando la madrugada. Madres desquiciadas por la muerte de sus hijos. Un viejo cambiando de zapatos en un contenedor. Su culo lleno de ladillas. Un perro atado en una cocina años enteros. Dos estrellas unirse y avanzar juntas. Policías en mi cuarto. Mi bolinga reflejo dándome un beso en los labios. Una paloma muriendo, intentando resguardarse de la gente. Unos ojos vacíos. El chochito precioso de una anciana con alzheimer. Mi abuelo muerto, como un muñeco de cera. La locura entrando por los poros de la frente. Un perro con ruedas corriendo por el paseo. Un charco de orina debajo de mi pupitre. Los árboles llenos de cotorras. La luna llena.

martes, 13 de abril de 2010

La escalera



Me encanta que me invites a tu casa, aunque haya que subir muchos tramos de escalera.

Y me encanta que siempre nos encontremos con Isidoro na más bajarnos del coche. Le puse ese nombre por su color naranja y la cara de pillo. Y porque, aunque vive en el chalet de al lado que tiene campo y todo, prefiere escaparse por la verja para recorrer el mundo, que es su barrio. Se hace respetar ladrando a todo el que pasa, y como es un perro grande la gente le tiene miedo. Aunque a mí no me apabulla semejante chucho sarnoso. Como se lo digo, agradece mi sinceridad recibiéndome con fiestas y rabotazos. O quizá le caiga en gracia porque le canto la canción de Isidoro versión perruna y le rasco aunque tenga bichos.

Donde yo vivo la gente sube a sus pisos en el ascensor, desde el garaje. Algunos siguen ese ritual hasta para comprar el pan, pero tampoco se pierden mucho del mundo de fuera. En la calle hede a soledad y humo de coches. Nadie da los buenos días, se compra todo en el mercadona y los animales callejeros, asustados, sólo salen de madrugada. Los domesticados, al igual que sus dueños, tampoco se saludan ni se huelen, caminan hipnotizados mirando sólo hacia delante.

Me gusta la tienda de tu calle porque se entra también desde la escalera. Tiene los tomates más caros, pero son de verdad, y los préstamos no tienen leuribor ni intereses. El tendero te pregunta si quieres los huevos enteros o troceados, y aunque el papel higiénico es gris y huele raro, le regala piruletas a los niños enfadados.

Una chica se ha mudado al bajo de al lado, y esta semana santa se arrancaba lo mismo por saetas que por bulerías mientras tendía los trapos. Justo encima vive un perro, lo sé porque puedo ver su cabeza, siempre encerrada en la miniterraza del primero. Intuyo que es enorme, una especie de lobo mezclado con husky siberiano. Su dueño trata a la mujer incluso peor, pero la policía no puede hacer nada si ella no denuncia. ¿Para qué coño querrá ese tipo tener vida, esposa y perro? Ojalá se muriera. Pero al final la que se murió fue la de enfrente, de hepatitis. Ni siquiera sabía que estaba enferma, tampoco sus hijas pequeñas, que ahora no sé con quién vivirán.

Donde yo vivo hace poco había conejos en el descampado de enfrente, pero desde que lo han asfaltado para hacer más aparcamientos tampoco sé qué habrá sido de ellos. En mi escalera nunca pasa nada porque nadie la sube andando, y como tampoco hay acceso visual o sonoro a las otras viviendas da la impresión de que en estos barrios la vida es más aséptica. En mi barrio la vida no huele, no llora, no grita, ni se desconojona.

Me encanta tu escalera porque tiene de todo. En el segundo piso hay un negocio de consuelos por hora. Quizá por eso de madrugada se escucha a la chica del tercero subir la escalera a toda prisa, le dará miedo encontrarse con un cliente insatisfecho. No pusieron el ascensor por culpa de dos vecinos, pero casi mejor, esos cacharros sólo sirven para minusvalidarnos antes de tiempo y alejarnos de una visión realista del mundo.

Una de las que se negó a poner el ascensor es muy bajita y muy mirada con el dinero. En invierno se colocan sus dos hijas, su marido y ella gorritos de papá noel para ahorrarse la calefacción, y por lo visto usan el mismo agua para bañarse. Por las tardes cambia de barrio para rebuscar en los contenedores. Una vez se cayó dentro de uno y tuvo que estar un rato gritando hasta que la ayudaron a salir.

Por las noches las marujas se reúnen en el descansillo a charlar y comer pipas, hacen terapias de choque y se jartan de reir. Al día siguiente, a la hora de comer, huele que alimenta en la escalera. Me encanta esa mezcla de olores, colores y sonidos. Pucheros, tortillas, sábanas, monos de trabajo, bragas de cuello vuelto, pitorros de olla express, ¡Bastiaaaaaaaaán, calla yaaaaaaaaaaa!, niños llorando, y de fondo el afilaor.

Me encanta que me invites a tu casa, aunque me muera de rabia y pena cuando veo al perro encerrado, o al canario del tercero. Aunque allí también la gente se muera. Por lo menos teneis escalera.

lunes, 25 de enero de 2010

Palabras olvidadas

Desde que te quiero doy asco.

Me sorprendo con cara de tonta
y recuerdo lo vano de la anestesia.
La droga de tus manos, tu aliento, tu sonrisa
tus palabras, tu mirada, los abrazos.

Y te siento tan dentro y tan tan fuera
que quiero esconderme para siempre,
huir de la tentación suprema
de la que ya ni siquiera recelo.

¿ves?