miércoles, 30 de enero de 2008

Debo quererte y te quiero.


Ojos fluorescentes de amarga fuerza
la bilis te subió hace tiempo y los invadió con sus duros pigmentos.
Ahora tus brazos se elevan buscando mi cuerpo
ansian las caricias que jamás me diste, ocupada en tu tristeza.

Desde mi pedazo de cielo, palomar seguro de arrullos y sueños
busco por donde escapar
pero sucumbo por momentos a la atracción de tu extraño anhelo.

Abro fuerte los ojos, los estiro hasta el techo
mientras tu abrazo me deshace, me paraliza
de terror y amor, guardados recelos.

Desde mi cuerpo emanan etéreas piezas de este ser
pequeño, invisible, confuso, atormentado.
Se reúnen fuera para formarse de nuevo, tomar arrojo y volar.

Debo quererte y te quiero.
Y mientras me abrazas y sonríes
burlándote de mis espantos
suspiro aliviada porque tus ojos fluorescentes se calman
y me separo de tí para volver a mi pedazo de cielo
desde donde te miro con lástima
pero asustada, sigo buscando cómo escapar de este miedo.

martes, 29 de enero de 2008

Tiempo al tiempo


En esta sociedad que nos rodea y engulle, donde priman las satisfacciones inmediatas y la flexibilidad como sucedáneos de la verdad -o de esa ansiada felicidad que jamás llegamos a comprender-, no hay lugar ni tiempo para aprender, encontrar el sentido, o buscarse a uno mismo.

Nos dicen que el futuro no existe, y el pasado queda ingenuamente obsoleto en pro de un placentero presente de incondicionales instantes. Se nos promete alzarnos como a los elegidos a cambio de un ínfimo esfuerzo, superficial, interesado, solo amenazado por la muerte -a veces dentro de la misma vida-.

Pero yo sigo inmersa en la melancolía de mi ego, que se abraza a los recuerdos y me despierta con susurros y vaivenes de locura.

Hoy quiero quitarle el polvo al diván que me acompaña, tantas veces ignorado por mi vacua identidad. Quiero sacar a la niña que sigue en mí y renacer como un ser nuevo, libre.

Libre al fin.