Chulería por carencia, obsoletas las confesiones de debilidades o autoreproches.
La humildad en peligro de extinción.
A veces tendran miedo, como yo
-de día, de noche, debajo de la cama y hasta en el armario-
Vendrá de fábrica, como el grosor de los labios o el genio.
Como suicidas sentimentales,
encandilados con cualquier cacho cesped, piedra diferente, hilo de lluvia,
con la magia que hará surgir a los caracoles.
Masoquistas, encerrados en un mundo de palabras, cementos,
catálogos del lid`l y el ikea
y videos del youtube.
Síndrome de Estocolmo
vidas sin vuelos, sin nubes,
sin chapoteos en los charcos o siestas a la sombra.
Sentados siempre en la misma silla,
bajo el mismo trozo de techo,
frente a las mismas pantallas.
Quizá por eso se me hacen los ojos chiribitas si alguien me pregunta qué quiero ser de mayor,
o a que hora saco al perro.
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